A estas alturas tengo la certeza de que Fernando Castellanos Cal y Mayor no gobernará Tuxtla Gutiérrez.
La irritación en la mayoría de los tuxtlecos es tan grande que si el IEPC, como todo parece indicar, le otorga constancia de mayoría, la Federación tendrá que intervenir para revocarle el nombramiento.
No es para menos. Periodistas, políticos, investigadores, caricaturistas, politólogas y hasta comediantes han volteado a la entidad más pobre del país para comentar, un tanto azorados y molestos, el burdo fraude electoral del 19 de julio pasado, con un inventario de triquiñuelas, que no se le habría ocurrido ni al Alazán Tostado –que ese sí sabía de trampas electorales y de balas, sintetizados en su frase de “la moral es un árbol que da moras”.
Chiapas, cuyo epicentro de descontento poselectoral se manifiesta en Tuxtla Gutiérrez, pero que irradia Tapachula y San Cristóbal de Las Casas (con marchas hoy a las cuatro de la tarde), se está convirtiendo en un asunto de seguridad nacional, y el presidente, tan debilitado por los infortunios recientes, no desea un foco de insurrección más. Suficiente tiene con Oaxaca, Guerrero, Michoacán, el incremento de la pobreza, la subida del dólar, los memes por el Chapo y las desavenencias con La Gaviota.
Los panistas, “morenos” y perredistas, en un hecho extraño que solo se explica por la acumulación de agravios, se han unido para protestar por estas elecciones y exigir el reconocimiento al triunfo de Paco Rojas.
Si el gobernador visitara a los grupos reunidos en el IEPC viviría la alegría contagiosa de los partidarios del médico, y las “caras de contrato” de los manifestantes del Verde. Desde ahí le entraría la desconfianza.
Pero más allá de esas caras, quizá encontraría la salida obvia, y por tan obvia difícil de aceptar: que perdería más imponiendo a Fernando Castellanos Cal y Mayor que reconociendo el triunfo de un candidato que fue capaz de derrotar a sus fantasmas del pasado para convertirse en símbolo de la lucha por la dignidad de Tuxtla.
Eso es hoy Paco Rojas.
Atrás han quedado sus arrebatos, sus golpes, sus denuncias en contra de periodistas, sus pacobonos y su caja de zapatos.
Nos gustan los hombres y mujeres que retan al sistema. Las que se enfrentan a los bendecidos de palacio. Los que están dispuestos a expiar su pasado.
Se vislumbra, sin embargo, una lucha larga y desgastante para llevar a Paco Rojas a la presidencia municipal.
Los hoy alegres manifestantes podrán abandonarlo o seguirlo en esos días que vienen y que serán difíciles, porque aquí se ve a un instituto, rehén del Verde, que en este primer round levantará la mano a Fernando Castellanos Cal y Mayor.
Pero falta el segundo round y definitivo. Y ahí tiene que intervenir la Federación. Si es que no lo hace antes, pero reparar los daños.
***
Sarelly Martínez Mendoza es doctor en ciencias de la información por la Universidad Complutense de Madrid, profesor de la Universidad Autónoma de Chiapas, miembro del Sistema Nacional de Investigadores de Conacyt y autor de varios libros, entre los que destacan La prensa maniatada, el periodismo en Chiapas y Radios al margen, frecuencias no concesionadas en Chiapas.
Síguelo en :
https://www.facebook.com/sarelly.martinez
Lea otras columnas de Sarelly Martínez relacionadas con el tema:
Los riesgos de no reconocer el triunfo de Paco Rojas
En Tuxtla ganó el hartazgo; en Chiapas, el acarreo
Fernando Castellanos Cal y Mayor, derrota anunciada
Cuarto Poder, Diario de Chiapas y El Heraldo, decomisados en Tuxtla
Tuxtla, las elecciones municipales más sucias de la historia
La disputa por Tuxtla, Fernando Castellanos y Paco Rojas