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El partido Verde después de las elecciones; ¿Y ahora qué?

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Votación del 19 de julio.

Votación del 19 de julio.

Tuvieron todo el poder todo el tiempo y…lo echaron a perder.

Lo peor es que acabaron con la poca confianza ciudadana en las instituciones, y de paso dejaron un vertedero de violencia comunitaria en municipios de por sí conflictivos y también en otros considerados pacíficos.

Revivieron a un cadáver político, y este les está ganando –por lo menos- una batalla mediática en las redes sociales en la capital chiapaneca, al saber capitalizar bien el hartazgo de una ciudadanía que no aguantó más de cinco cosas fundamentales que se acentúan:

1.- La falta de obra pública que impulse el empleo

2.- La súbita riqueza que se les atribuye a varios integrantes del grupo compacto

3.- El dispendio y las dádivas a las clases más pobres con el reparto de despensas

4.- La falta de aplicación de la ley a la administración anterior que llevó al estado a la ruina.

5.- La inexperiencia, la frivolidad y el comportamiento de los “Juniors de la política”.

En consecuencia, los militantes del partido oficial PVEM se presentaron a las elecciones estatales intermedias y perdieron donde deberían de haber ganado; donde ganaron –aún con amplitud- hay rabia y conflicto poselectoral, y se abre un periodo de incertidumbre política en Tapachula con la decisión de MORENA de defender lo que considera su triunfo y en Tuxtla Gutiérrez, donde el PAN considera que ganó la alcaldía capitalina.

Las cosas iniciaron mal desde el principio

La clase política chiapaneca actual comenzó a gastar y gastar el dinero de un estado considerado el más pobre de la república, y que también quedó endeudado hasta el tuétano por la administración pasada.

Esto con el afán de enraizar un partido político hasta hace poco inexistente en el panorama político estatal: el PVEM.

A pesar de que aquí en Chiapas ostenta la titularidad del ejecutivo, el PVEM se alía al PRI para ayudar al añejo partido político nacional a incrementar su caudal de votos, porque solamente “el voto duro” no le alcanzaba para lograr la presidencia nacional, las diputaciones federales y Senadurias.

Pero ahora en Chiapas, el escenario ha cambiado, y todo porque las cúpulas políticas no pudieron, o no quisieron ponerse de acuerdo para que la alianza tuviera su expresión local, es decir, el PRI y el PVEM fueron solos a las elecciones locales, salvo Tuxtla y Tapachula.

El escenario cambió porque la alianza nacional fue replicada a nivel local por el PVEM con partidos locales que se fundan precisamente en esta administración Verde Ecologista.

Si se observan los datos contenidos en el Programa de Resultados Preliminares PREP, el PVEM solo obtuvo el 10 por ciento de la votación total, pero sumados a los votos conseguidos por sus partidos que en Chiapas la prensa denominó “satélites”, el porcentaje de la votación sube a casi 36 por ciento.

Mientras tanto, el PRI por sí mismo, obtuvo casi el 20 por ciento de la votación total.

De esta manera, si el PVEM se queda solo, la viabilidad de retener la gubernatura para el 2018 peligra. Y peligra también la alianza PRI – PVEM.

Todo por unas elecciones donde PVEM no pudo retener Comitán que pierde con su viejo aliado, el PRI; tampoco triunfó con holgura en Tapachula donde amenaza López Obrador con iniciar la defensa del voto y sobre todo, porque las expresiones mayoritarias del hartazgo social sucedieron en Tuxtla Gutiérrez.

La voracidad del PVEM por arrasar no tuvo límites y significó de paso también incrementar el nivel de desconfianza ciudadana en las instituciones.

¿Quién cree en un cuestionado IEPC que arrastra una penalización por no cumplir con la equidad de género?

¿Quién cree en un IEPC que paraliza el sistema PREP y provoca incertidumbre?

La consecuencia fue que al PREP le ganan la partida las redes sociales que sirvieron como medio de divulgación de los resultados de las casillas.

En lo sucesivo, nadie creerá en el PREP, es decir en el IEPC a menos que se logre someterlo a una verdadera ciudadanización.

Las elecciones registraron el récord estatal en conflictos poselectorales que no se veían desde la irrupción zapatista; estos conflictos chicos y grandes se registraron sobre todo en Chanal, Salto de Agua, Chilón, Chenalhó, Marques de Comillas, Huehuetan, Villaflores, entre otros, donde los seguidores de los candidatos se enfrentaron entre sí para reclamar presuntos triunfos en presidencias municipales.

Pero lo que más le ha dolido a la clase política estatal es lo sucedido en Tuxtla, la capital.

Pase lo que pase, la ciudadanía ya juzgó y lo hizo a través de las redes sociales. En ellas el candidato oficial perdió los comicios.

Es evidente que todos los recursos invertidos no tuvieron el efecto deseado en un candidato asociado a la cúpula gobernante.

Si se toma en cuenta el panorama para el 2018, no es relevante si Fernando Castellanos asume o pierde la alcaldía, porque su desgaste electoral fue tremendo, y ya no representaría una opción fuerte y firme para suceder al actual ejecutivo estatal.

Ese desgaste también fue asimilado por el otro alfil del ejecutivo: Eduardo Ramírez Aguilar, encargado de la operatividad electoral y quien no entrega buenas cuentas pues pierde Comitán, el bastión histórico, es también el directo responsable –como presidente del PVEM y encargado de la selección de candidatos- de los enfrentamientos electorales y poselectorales, del dispendio evidente de despensas y de la falta de aseo en la equidad electoral por lo menos en su partido, por cierto el más observado.

Esto hace que a Manuel Velasco Coello se le desinflen dos prospectos a sucederlo en el cargo.

Esa es la consecuencia indirecta, pero precisa de estas elecciones.

Para el resto de los candidatos perdedores y cercanos a la estructura gubernamental, probablemente se piense que llegar al gabinete sea una opción, pero si no pudieron con una elección municipal menos podrán conducir las política públicas estatales.

Es decir, ¿integrar el gabinete legal y ampliado con candidatos perdedores?, sería para Ripley si llegara a suceder.

El proceso electoral intermedio afecta a la sucesión del 2018 por varias razones.

Porque baja de la contienda a Fernando Castellanos y a Eduardo Ramírez Aguilar,  ya que la disputa por Tuxtla revive a quien se consideraba un muerto político -Paco Rojas- y porque afecta también de paso las aspiraciones futuras del gobernador del Estado.

La disputa por Tuxtla es aprovechada por las dirigencias del PRD y del PAN -dos partidos políticos casi de capa caída en Chiapas- quienes elevan la protesta a nivel nacional y de paso le ponen obstáculos al camino de un aspirante a la presidencia de la república desde ahora.

Tela de donde cortar para pelear por Tuxtla y Tapachula tienen porque incluso pueden llevar a tribunales federales todo el proceso electoral con solo un aspecto: la omisión de la paridad de género que obligó al Tribunal Electoral a iniciarles un procedimiento de separación del cargo a los consejeros del IEPC.

La disputa por Tuxtla es aprovechada por las dirigencias del PRD y del PAN -dos partidos políticos casi de capa caída en Chiapas- quienes elevan la protesta a nivel nacional y de paso le ponen obstáculos al camino de un aspirante a la presidencia de la república desde ahora.

Tela de donde cortar para pelear por Tuxtla y Tapachula tienen porque incluso pueden llevar a tribunales federales todo el proceso electoral con solo un aspecto: la omisión de la paridad de género que obligó al Tribunal Electoral a iniciarles un procedimiento de separación del cargo a los consejeros del IEPC.

Si los consejeros están bajo procedimiento, sus dictámenes son ilegales y si son ilegales, las elecciones son ilegales, porque están calificadas por consejeros sujetos a procedimientos.

La moneda de cambio para salvar de la ilegalidad a las elecciones puede ser Tuxtla. El PAN seguramente la peleará con todo su arsenal jurídico.

Lo dicho, la burbuja del gobernador echó a perder todo, y ahora iniciarán las negociaciones con otras fuerzas políticas que seguramente emergerán para sustituir a los lastres que representan Eduardo Ramírez Aguilar y Fernando Castellanos Cal y Mayor, porque ellos ya no volverán a ganar una elección -chica o grande- y la opinión pública no les otorga credibilidad.

Emergerán para el 2018 Roberto Albores Gleason y Juan Carlos Gómez Aranda por el PRI, Francisco Rojas por el PAN, Zoe Robledo por el PRD, y Luis Armando Melgar Bravo por el PVEM; entre ellos -hoy- es la disputa al 2018.

La pregunta es ¿volverá a necesitar -por lo menos en Chiapas- el PRI al PVEM para ganar una elección?.

Probablemente eso se discuta en el centro del país, pero hoy el ejecutivo estatal deberá resolver primero la disputa por Tuxtla con el PAN y el PRD que van por todo para descarrillar sus aspiraciones.

La ciudadanía por su parte, respondió con creces al hartazgo que sentía. Lo que falta es que nuestra clase política lo entienda. No fue el PAN, fueron ellos mismos que se aplicaron el Haraquiri.

¿Y ahora que irán a hacer? porque algo tendrán que inventar, faltan todavía tres años de administración y se vienen muy largos para una clase política ya desgastada.


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